Independientemente de sus problemas con la justicia, su valía en lo referido a ámbito deportivo es totalmente encomiable.
Oscar Pistorius veía cómo los jóvenes de su escuela corrían en competiciones, algo que despertaba su envidia, ya que con tan solo 11 meses le habían amputado las piernas al haber nacido sin peroné. Eso suponía un grave problema.
La solución llegó con unas prótesis de carbono. Su esfuerzo le llevó a ganar en los mundiales de Daegu una plata en el relevo 4×400.
El tope de su carrera deportiva llegó cuando consiguió competir en unos Juegos Olímpicos por primera vez.
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