Me Gusta la Fiesta… Y No Tiene Nada de Malo
- Luis Montemayor Inspire
- 28 may
- 2 Min. de lectura
Cuando escuchamos la frase “le gusta la fiesta”, de inmediato muchas personas activan un prejuicio. Se imagina a alguien descontrolado, sin rumbo, irresponsable. Pero, ¿realmente hemos comprendido el verdadero valor de una buena fiesta?
La fiesta no siempre es sinónimo de excesos. De hecho, hay fiestas que sanan, que reconectan, que inspiran. Fiestas donde se comparte más que risas: se comparten sueños, ideas, historias y hasta nuevos comienzos. Hay fiestas que nos devuelven la alegría, que nos reconectan con quienes somos cuando estamos rodeados de lo que amamos y de quienes nos quieren bien.
Porque sí, existen muchos tipos de fiesta.
Está la fiesta de los amigos de toda la vida, donde no necesitas hablar mucho para sentirte entendido.
Está la carne asada del fin de semana, donde se cuecen anécdotas, proyectos y bromas al calor del asador.
Está la fiesta íntima de una sobremesa familiar, donde las carcajadas se mezclan con los consejos.
Está la fiesta creativa, donde entre tragos y música alguien te cuenta un proyecto que aún no ha nacido, pero que ya vibra con fuerza.
Está la fiesta donde conoces a esa persona que se vuelve parte esencial de tu camino, ya sea en lo profesional, lo personal o simplemente como refugio emocional.
Y también está esa fiesta donde simplemente bailas… no por olvidar, sino por celebrar que estás vivo.
Decir que te gusta la fiesta no debería ser sinónimo de rechazo. Al contrario, tal vez sea sinónimo de alguien que sabe disfrutar. De alguien que ha aprendido que la vida no siempre es trabajo, metas, productividad y rutina. Que también se construye en los momentos de gozo, en las conversaciones espontáneas, en los juegos, en el “brindemos por eso” y en la música que hace vibrar el alma.
Disfrutar no está mal. No nos hace menos responsables ni menos exitosos. Lo importante es saber diferenciar entre perderse en la fiesta y estar realmente presente en ella. Entre evadir y conectar. Entre el exceso y el equilibrio.
Porque muchas veces, es en la fiesta donde surgen las mejores ideas, los mejores lazos y los mejores recuerdos.
Reflexión final:
No dejemos que el juicio nuble nuestra capacidad de gozo. Que no te avergüence decir que te gusta la fiesta, si es ahí donde encuentras una parte de ti que sonríe sin esfuerzo. Aprende a elegir las fiestas que suman, que te llenan, que te dejan algo más que una resaca: te dejan una historia, un lazo, una chispa.
Porque a veces, la fiesta es precisamente eso: el recordatorio de que aún sabemos disfrutar.

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